11 julio, 2013

Sensaciones.

Cayó la noche y ya me había reventado medio fernet con coca, había fumado 17 cigarrillos. Las colillas se escapaban del cenicero como si se pudieran ir a algún lugar más. Estaba ahí, sentada, reventándome las ganas, sintiéndome sola aunque estaba espléndidamente acompañada. Miraba y podía escuchar lo que me decía, pero estaba pensando en algo más. Pensé en viajes, en abandonos, en enamorarse. Pensaba en qué decir, en qué querría él escuchar.
Pensé en las largas noches de soledad abrazada a alguien más  y sentí caer los párpados y una lágrima del ojo izquierdo, que siempre invento que llora porque bostezo, aunque sepa que cada lágrima está inconscientemente dedicada. Me dolieron las dudas, me dolieron los miedos a enfrentarme. Me atacó mi inconsciente, que se sentó adelante de mi verdad y de la realidad y se volvieron tridente asesino de (des)ilusiones. Me defendí con unas risas falsas que no se de dónde saqué. En la emoción de la exageración me escupí la pera. 
Pensaba de nuevo en enamorarse, viajar y abandonarse, dejarse uno un poco en cada lugar, dejarse uno un poco en cada persona, aunque nunca más nos volvamos a cruzar.
Dejarse, dejarse y seguir.
Puerto Pirámides-Diciembre 2012-