09 febrero, 2010

Libélulas...


Me habían hecho creer que predecían la lluvia, pero este verano me contaron una historia que me gusta más y que quiero creer más...


Ella me contó con lágrimas en los ojos que más le dolia la sensación de ya nunca volver a tocarlo, porque claro, pensé yo, la imaginación siempre puede llegar un poco más lejos...


A tocarlo, ya ni siquiera para darle un beso, o si, pero no importaba...para hablarle, para saber como estaba. O para que le de coraje para ir a rendir, porque él siempre hacia eso, y ahora ella tenía que rendir y él no estaba para hablarle, pero cargo su morral de libros y le susurró: "entonces vas a tener que acompañarme".


Llegaba tarde, entonces, apurada paró un taxi :"hasta la de medicina por favor", sintió un zumbido muy leve, casi imperceptible, que después se hizo un poco más fuerte. Se dió vuelta y la vió, sobrevolando su pelo rubio y sus ojos miel, lo sintió tan cerca que casi pudo tocarlo...y ahi se dió cuenta de que nunca la iba a abanadonar y que esa mañana la acompañó en ese taxi y no en ningún otro y el zumbido fue música para sus oidos y sólo una lágrima de felicidad se le cayó de un ojo, sólo de uno...todo el resto de su cuerpo estaba en paz y preparado para aprobar.


Ya no las odio porque traen el agua, ni me parecen bichos feos.

Siento que son almas que nos buscan y nos encuentran...siempre nos encuentran...