30 octubre, 2013
17 octubre, 2013
Si, fumo.
Claro que fumo. Fumo quizás más de lo que quisiera.
Fumo caras y fumo actitudes. Fumo estigmas de lo que hubiera querido que sea y no fue. Fumo restos de vidas que se fueron antes de tiempo, me fumo explicaciones que no me van a servir para nada porque ya paso.
Fumo distancias y fumo música. Fumo reproches y también me fumo las alegrías. Fumo a escondidas, nunca antes del mediodía.
Fumo silencios y fumo carcajadas. A veces también fumo un porro y se me pasa. Me fumo el tiempo que se escapa, esa convención tan incierta, esa necesidad de organización, de estructura un tanto macabra que busca quién sabe qué.
Fumo instantes que después ya no entiendo. Fumo con caramelos de fruta. Fumo arranques, principios, nudos y finales.
Cada tanto también me prendo un pucho y me fumo soledades.
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