A mi escuchar los Redondos me hace acordar a ella, a la pelea tácita más idiota y banal que pude haber vivido, que fue mi pie de guerra por mucho tiempo. Y a veces la leo, porque la extraño, porque fue mi rival más digno. Fue mirarme en un espejo que era otra, que deseaba y aborrecía. Que me hizo crecer y me hizo aprender más que, quizás, cualquier amiga. Hoy a la distancia, la admiro.
Que enferma la mente humana, que con el paso del tiempo, admira lo que alguna vez le partió.
Admiro lo que esa mujer generó en mi. Nunca vi unos ojos más profundos.