Todo empezó con un -¿Pero en serio me regala las cortinas?-Claro- respondió. Entonces cerramos la puerta del cuarto que daba al pulmón del edificio de Lavalle, hicimos lugar en el centro de la habitación, y cubrimos el piso de diario,encima estiramos la cortina italiana que le acababan de regalar-estábamos nerviosos y reíamos impacientes-.
Me acosté sobre ella, y con un lápiz comenzó a dibujarme sobre la cortina, como le costaba, agarró una lapicera, y como intentaba y no podía agarró la lata de pintura negra, el pincel, y comenzó el arte. Me contorneó de pies a cabeza, al grito de "¡Pero no te muevas!".
Cuando por fin terminó, me corrí lentamente hasta que logré pararme,había quedado una figura mas bien parecida a un allien bastante graciosa, y cuando levantó el pincel, salpicó una gota simulando un lunar cerca de mi ombligo que se jactaba de haberlo hecho porque sabía que estaba ahí.
Nos quedamos con sabor a poco, asique decidimos embadurnarnos de pintura los pies y las manos. -"-Ahí te consagraste sellito, y yo me consagré artista-" se acordó.
Rockeamos unas cortinas italianas que hasta marzo tuvo colgadas en su habitación, ahora tenemos unas azules.