El romanticismo me lo gasté todo en un narigón que nunca me devolvió nada.
Hoy voy a hablar de ese amor perdido que me robó todo...
Era un puto amor a la distancia. Nos recorríamos de punta a punta.
Me secó los ojos de llorarlo cada vez que me tenía que volver.
Nos veíamos los fines de semana y nuestros papas nos pagaban los hoteles.
Teníamos 15 y 16 años y ya recorríamos hoteles, hoteles pedorros. Me acuerdo que uno solo tenía un colchón. Nos besábamos hasta pasparnos los labios. Y el resto de la cara.
Un amor muy puber y muy hormonal que se llevó todo lo que podía darle a alguien más...Nunca nos faltaba nada porque siempre estábamos los dos. Los dos y una botella de agua a veces era todo lo que consumíamos un fin de semana.
Si hice giladas por amor fueron todas culpa suya. Le dí mis mejores versos y los más dulces de mis besos...Nos comunicábamos mediante besos y hormonas. Y nos tocábamos hasta no sentirnos las manos.
Nos cansamos un día de ser presos de los kilómetros.
Y nos dejamos, como se dejan los adolescentes que se dejan, sin más.
Fue mi historia con mejor final.