25 diciembre, 2012

Y pensar que fue una tortícolis...

A mi me llenas el alma más que cualquier sanguche de jamón crudo y te deseo la felicidad infinita porque no te mereces nada más-o todo más-.
Porque con palabras y canciones nos aprendimos casi de memoria, tanto que los meses de distancia no nos quitaron nada de lo que fuimos, ni de lo que somos.
Te veo, y sin tener nada que ver en el asunto, siento un orgullo de todo lo que lograste, después de algunas caídas que parecían no tener fin.
Sos uno de mis mejores ejemplos, una hermana de la vida, una elegida sin darle lugar a las dudas, porque las dudas ocupan mucho lugar cuando tenemos tantas certezas.
A mi me gustas porque sos más pura que el agua y porque sos más transparente que los silencios cómodos.
Porque después de tantos silencios...nos seguimos eligiendo.
Te quiero inexplicablemente culo quieto, inexplicablemente te quiero para siempre conmigo.

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