Un día llegué nerviosa, me temblaba el estómago, la agarré de las manos, la miré fijo, no dije ni una palabra.
Sabía lo que quería decirle y me miro como si se le partiera un poco el corazón. Aguantando un poco las lágrimas, se tomó el mate y me dijo "te entiendo, te acompaño".
Sabía lo que quería decirle y me miro como si se le partiera un poco el corazón. Aguantando un poco las lágrimas, se tomó el mate y me dijo "te entiendo, te acompaño".
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