15 agosto, 2013

A veces no se necesita nada más.

Un día llegué nerviosa, me temblaba el estómago, la agarré de las manos, la miré fijo, no dije ni una palabra.
Sabía lo que quería decirle y me miro como si se le partiera un poco el corazón. Aguantando un poco las lágrimas, se tomó el mate y me dijo "te entiendo, te acompaño".

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