Estuviste en cada uno de nosotros, la familia que te esperaba. Tenías tu lugar guardado, eras la personita mas ansiada de cada abuela, de cada tío y de cada primo.
Me acuerdo como si fuera ayer el día que me llamaron para contarme que te habías prendido a la vida, que empezabas la carrera para caer en los brazos de tu mamá y de tu papá. Llovía, como olvidar ese fantástico día.
Llovía y era feliz, la abuela Guga siempre decía que la lluvia era buen augurio y esa vez no solo fue bueno, fue el mejor. Llovía y yo pare en la calle a hablar por teléfono con tu mamá. Y lloraba, y entre las gotas de lluvia se me notaban las lágrimas de felicidad. Saltaba, en Córdoba y Callao, la gente miraba raro, la gente no podía entender mi felicidad, la inexplicable sensación de amor que yo tenía en el pecho.
Tu mamá y tu papá me enseñaron lo más lindo que unos tíos le pueden explicar a una sobrina que es que con amor se puede lograr cualquier cosa si es verdadero, que las familias se desean y se juntan y se pueden.
Imposible explicar la emoción de saber que estás acá, en este mundo que es un hermoso caos, en esta familia llena de brazos que quieren abrazarte. No puedo esperar a tenerte a upa y contarte lo feliz que me haces y todo lo que ya te amo.
Porque los primos son los mejores amigos que te da la vida, son amigos que nunca van a faltar, que nunca te dejan y que te cuidan como hermanos.
Cada viaje y cada camino recorrido valió la pena de saberte hoy entre nosotros.
Bienvenida princesa, bienvenida a este caos.
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