26 marzo, 2014

Eu, hola.

Erase una vez unos huevos que andaban sin hombre, un hombre que andaba sin huevos. Intentaba hacer no se qué, para nadie nunca supo qué. Hacía nada, le faltaban ganas, le faltaba una, le faltaba la otra, no tenía ninguna. Miro un día para atrás y no sabía siquiera el piso que habitaba. Se le reventaba la cabeza pensando qué era lo que había hecho hasta el día de la fecha. Veintiséis de Marzo del Dos Mil Catorce. La sangre le corría y no tenía a dónde hacerla llegar. No esperen tecnicismos. Necesitaba un abrazo, un abrazo que le haga olvidar y le arranque todas las dudas. En abrazos encontrar las respuestas suena cursi, más cursi es decir tanto te amo, te quiero, te aprieto, te necesito, si, ya, te necesito. Ahora no te vayas. Hacer necesitar y partir es más egoísta que agarrarse la galletita que más te gusta del paquete Variedades. Aunque no entendamos por qué, acá estamos, bienvenidos seamos. Eu, hola.

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