30 octubre, 2014

Desarraigo.

Desarraigo: Acción y efecto de desarraigar. Desarraigar: Separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado, o cortar los vínculos afectivos que tiene con ellos.

Difícil: adj. Que no se logra, ejecuta o entiende sin mucho trabajo.

Necesario: adj. Que es menester indispensablemente, o hace falta para un fin.

Planeé irme de casa supongo (no me acuerdo con exactitud) a los 16 años. Planear irse de la casa a los 16 años fue un juego. Fue jugar a la casita. Agarré la computadora y decidí en hora y media, más o menos, que iba a estudiar Relaciones del Trabajo y que lo iba a hacer en Buenos Aires. Elección vacía de vocación, vacía de gusto, elección de lo que me imaginaba que iba a hacer a los 25 años, de lo que quería ser, de lo que a los 27 todavía no soy (y ojala nunca sea). Los primeros años transcurrieron sin mucho dramatismo. CBC, facultad, residencia, boliches, amigos, jodas, gente, boliches, joda, amigos, facultad, residencia ¡y que bien que pasaron!
En muchos momentos me paraba a pensar en lo afortunada que era. La oportunidad de estudiar, lejos de tu casa sin tener que trabajar era un lujo y yo lo sabía.
El quiebre emocional llegó y no fue oportuno. O si. Y me reventó la cabeza de maneras inexplicables. Entre desamores y amigos piloteas la situación y cuando pasa el quilombo y queda ese silencio (ese silencio que hace piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii) pones la cabeza vacía de nuevo (vacía pero llena) y vas eligiendo entre lo que tenes, lo que queres tener, lo que fuiste, lo que sos, lo que queres ser y armas un popurrí que de golpe te queda perfecto. Y decidís, tomas las primeras decisiones reales. Y respiras. Y aún así después de tantos años extrañas las caminatas hacia ningún lado, el viento en contra cuando volves de la escuela al mediodía pateando alguna que otra piedra, mamá sacudiendo un mantel en el balcón de las mil viviendas, el olor a club, el olor al sol pegándote en la cara, los abrazos de papá, las peleas con tus hermanos, saludar a algún conocido en el supermercado, y que papá se haga el simpático con la cajera que nos toque ese día. Sentarte en tu casa, llena de tu familia a no hacer nada. A veces daría mucho porque mamá venga conmigo a no hacer nada.
El desarraigo nunca puede ser entero, nunca puede ser completo, porque para desarraigarse hay que olvidar y yo no puedo olvidar. Es necesario irse para saber si se quiere volver. Y es difícil, nadie dijo que era fácil, pero es una de las infalibles maneras de conocerse.
“Poder decir adiós es crecer”, es cierto, pero poder decir “hasta luego, chaucito” como decía la abuela Guga es gigante.


06 octubre, 2014

Subtextraño.

Tomo el subte. Ahora viajo en subte. Bajo. Escalera. Saldo negativo, siempre saldo negativo. Escalera mecánica. Entro a un extraño mundo de tufo. 8.50 a.m. Gente que no se lavó las lagañas. Anteojos que disimulan. Lo individual. La mente de seguro sigue dormida pero los ojos miran fijo al celular intentando no parpadear. Auriculares. Asco da ser tocado, ser empujado. Como si el contacto humano fuera enfermo, como si fuera enfermedad. Nos ponemos crema para no tocarnos, nos ponemos perfumes para no olernos, nos ponemos extraños, nos ponemos indignos del contacto.
Te acostumbras a ver caras tristes, caras serias y en el medio, cada tanto, dos que se miran y se encuentran, pero nadie alrededor ve. Burbujas. Y ahí, cuando el barandón se te hace carne, te toca bajarte. Y salís como gusano de manzana y respiras aire ¿puro?... y respiras Obelisco, respiras Capital Federal.